La obesidad compromete la función cardiometabólica y se asocia con hipertensión arterial y enfermedad renal crónica.
El ejercicio mejora ambas condiciones y se ha asociado el aumento de la masa magra como mecanismo protector.
La miostatina, un miembro del factor transformador del crecimiento β, es un potente regulador negativo de la masa del músculo esquelético.
Ésta es inducida por el aumento de la masa grasa y por el sedentarismo, y es inhibida por la actividad física y el ejercicio.
El ejercicio produce aumento en la cantidad y calidad del músculo esquelético, lo cual resulta en ajustes metabólicos beneficiosos para la homeostasis corporal y, por ende, para la salud.
Impacto de la masa muscular
Se ha demostrado que el aumento de la masa muscular se asocia a disminución de la resistencia vascular periférica y, en consecuencia, a la reducción de cifras tensionales, especialmente importante en pacientes con hipertensión arterial.
Adicionalmente, dado que la reducción de las cifras tensionales ocurre tanto para la presión arterial sistólica como diastólica, se optimiza la perfusión glomerular y se minimizan la inflamación y la disfunción endoteliales, con lo que en últimas se genera un efecto de protección a nivel renal.
Lo anterior resulta en una expresión reducida de enzimas oxidantes, glucosuria y albuminuria, como reflejo de la mejoría de la función renal.
Cuando se fortalece y aumenta la masa muscular mejoramos el metabolismo de la glucosa. Debe recordarse que la hiperglucemia puede alterar a nivel glomerular la filtración y la permeabilidad del mismo, favoreciendo la pérdida de líquidos y sodio cuando la glucosa excede 150 mg/dL.
Esto sin mencionar las alteraciones que a nivel tubular produce la hiperglicemia, por ejemplo, en la reabsorción y excreción de múltiples sustancias.
Debe mantenerse en contexto que la obesidad es una enfermedad crónica inflamatoria y que el ejercicio es un gran modulador de la inflamación pues induce a nivel muscular la liberación de múltiples citoquinas con potente efecto antiinflamatorio.
Así mismo, la inhibición de la miostatina como efecto de la reducción de la adiposidad y del aumento de la masa muscular inducidas por el ejercicio en pacientes obesos, explican el papel nefroprotector y antihipertensivo de la actividad física en esta población especialmente vulnerable.
La masa muscular se mejora con ejercicio de resistencia, con cargas de propio peso, bandas elásticas o pesas; en la prescripción del ejercicio deberán tenerse en cuenta, para optimizar la adherencia al plan de actividad física, las preferencias del paciente, y deberán combinarse ejercicios de tipo aeróbico, fortalecimiento y flexibilidad.

Conclusión
Es importante tener en cuenta el buen ejercicio dentro de las medidas del cuidado renal integral.
Jorge Palacio Uribe, Medico del deporte, Clínica Las Américas
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